viernes, 6 de octubre de 2017

Año 2018 y la nueva dirección de la Cuba socialista

Por Ernesto Escobar Soto

El socialismo es por antonomasia un proyecto de masas,
 precisa del concurso consciente, participativo y permanente
de la mayor parte del pueblo y debido a esto,
 es ante todo el sistema de la moral y del ejemplo.


Luego de un amplio debate con algunos buenos amigos sobre este crucial tema y estimulado por ellos, intento en estas líneas resumir los criterios pronunciados en el encuentro. Pedimos excusas anticipadas, ya que como es lógico, esta arriesgada, simple y por supuesto incompleta exposición y los comentarios adicionados, cuya base han sido las informaciones de carácter público por todos conocidas, son sencillamente nuestras opiniones.
En febrero de 2018, como resultado final del proceso electoral que se desarrolla en todo el país, se elegirá la nueva dirección del Estado y del Gobierno revolucionarios cubanos y sobrevendrán cambios de estructura. De acuerdo con lo establecido, el general de ejército Raúl Castro, luego de cumplir dos mandatos seguidos ejerciendo los cargos de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros no se presentará como candidato. Será particularmente difícil elegir a quien desempeñará los cargos ocupados hasta ahora por Raúl, gestor principal de los necesarios cambios que se acometen en la economía el VII Congreso del PCC lo eligió 1er Secretario del Comité Central del PCC, desempeñaría esas funciones hasta la celebración del VIII Congreso.
Ante el inminente relevo de la generación histórica, corresponde en este momento demostrar que “una Revolución es invencible cuando es verdadera”. Los dirigentes electos, habrán de estar conscientes de la trascendencia histórica y del extraordinario papel que les corresponde asumir, en un país que no es el mismo de hace unas décadas atrás, cuyas estructuras, relaciones económicas y sociales se hallan en procesos de transformación, en distintas circunstancias, con otros actores, y diferencias notorias de todo tipo. Conocedores de que la mayor parte de la población, y principalmente los más jóvenes, no conocieron el sistema capitalista “subdesarrollado y neocolonial” que rigió en Cuba antes de 1959, y su existencia ha transcurrido disfrutando las conquistas sociales logradas antes por sus padres y abuelos, lo que les hace, no darle una noción exacta de su gran valor, y en medio del llamado Periodo Especial, con sus severas carencias y dificultades. Esto ocurre en un mundo globalizado y neoliberal, sumido en una persistente crisis económica financiera, en donde imperan cada vez más las desigualdades e injusticias, las agresiones y guerras permanentes.
Tendrán ante sí, con el Partido (fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado) y el pueblo, la gran responsabilidad de hacer avanzar a la Revolución, y mejorar las conquistas ya alcanzadas, defender la independencia, la libertad, la soberanía y la paz de Cuba, y evitar un retroceso que lleve al país, como quieren nuestros enemigos, al capitalismo y al más inimaginable caos.
Se verán en la imperiosa necesidad de desplegar un auténtico “liderazgo colectivo”, una labor de equipo creativa y original, para que sus conocimientos, capacidades y aptitudes personales se complementen y esto los fortalezca. Deberán asimismo impedir la creación de grupos o piñas con sus añagazas oportunistas, divisiones, frenos y ansias de poder, y de esta manera garantizar por encima de todo “la unidad basada en principios revolucionarios”, aspecto determinante en el proceso de edificación  de la sociedad socialista.
Deberían integrar esta dirección compañeros de prestigio, poseedores de probadas condiciones revolucionarias, personas de talento, inteligentes y cultos, tener ideas, métodos y estilos de trabajo propios. Contar con experiencias de dirección en las esferas políticas y administrativas y haber obtenido positivos resultados en sus gestiones anteriores. Audaces, sin temor a riesgos, decididos a ejecutar los cambios acordados por el VII Congreso del PCC y la Asamblea Nacional del Poder Popular, y a los que lógicamente se aprobarán en el futuro. Poseer firmes convicciones ideológicas, capaces de interpretar correctamente el momento histórico, dotados para “prever”, avizorar los fenómenos que pueden acontecer, rápidos en actuar, y en saber rectificar para volver a empezar.
Preocupados por acrecentar sus conocimientos de nuestra historia, del pensamiento de Martí, Mella, Guiteras, Fidel y el Che, y del marxismo, valorando todo ese legado como una doctrina viva, alejada de todo dogmatismo y sectarismo, estar al tanto en particular del tejido social y el rol de las “clases y capas sociales”. Entendidos en la excepcional transcendencia del desarrollo alcanzado por las ciencias y las tecnologías que ya transforman al mundo, como la bautizada “cuarta revolución industrial, y a las anunciadas automatización y robotización dirigidas a desplazar cada vez más a los humanos en las industrias, los servicios y hasta en la agricultura. Tarea cardinal es el afrontar este colosal reto con el aumento continuo de las inversiones en las ciencias y las tecnologías, y evitar la migración de científicos, profesores de universidades, reconocidos médicos y otros. Reducir la brecha científica que separa a Cuba de los países desarrollados es una cuestión de supervivencia. Prestar atención particular a las actuales tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y su íntima y cada vez más importante relación e influencia para con la política, la ideología y la cultura. Estar conscientes de la necesidad de alcanzar lo más rápido posible la informatización de la sociedad. Consideramos de gran relevancia que estos compañeros adviertan a cabalidad el enorme aporte que a la conducción del país, pueden realizar los numerosos Centros de investigación de las Ciencias sociales y las Universidades cubanas.

Tendrán que seguir inventado un socialismo que se parezca a nosotros, construir nuestra utopía, en medio de una grave situación económico-financiera agudizada por el bloqueo de EE.UU., la hostil política del presidente de EE.UU. Donald Trump, y las incesantes y graves afectaciones provocadas por fenómenos climatológicos. Es indispensable el desarrollo de una economía planificada, guiada por Los lineamientos del VII Congreso del PCC y crear un sólido patrimonio dirigido ante todo a elevar el nivel y la calidad de vida de todos los cubanos, al tiempo que con el mismo ímpetu se construye la espiritualidad y la cultura inherentes del socialismo. Constituiría un terrible error estratégico, el que no logremos llevar codo con codo, la economía, y la ideología, la cultura, la ética. Impulsar el desarrollo y la eficiencia de las novedosas y diversas formas de propiedad y organización en el sector económico: las empresas públicas perfeccionadas (sustrato principal de la economía y del socialismo), las cooperativas y los medianos y pequeños negocios privados. Evitar la concentración de la riqueza en manos de unos pocos, lo que niega la igualdad socialista, conllevaría a severas desigualdades para con los más vulnerables, y a peligros de todo tipo para nuestro sistema social. Al cumplir con el principio revolucionario de que ningún cubano quedará desamparado, debía actualizarse quienes son en el país los necesitados que requieren apoyo económico. Cooperar con el PCC, en evaluar sistemáticamente el tema ideológico-político relacionado con las transformaciones económicas que se realizan.

Tienen el enorme e ineludible encargo de apoyar el perfeccionamiento de la Democracia Socialista, en base al actual sistema del Poder Popular. Se ha señalado que debe rechazarse todo método o procedimiento burocrático o inconsecuente que afecte su actividad y con arrojo y madurez, sin formalismos y extravíos, legitimar su real papel de vehículo de la participación del pueblo en las decisiones y construcciones de las normas en cada nivel, lo que multiplicaría la energía y la capacidad creativa del pueblo. En este indispensable “proceso de estudio y análisis crítico y autocritico” por fortalecer el Poder Popular y recuperar el prestigio y la autoridad de cuando fueron creados por Fidel y Raúl en la década del 70, debían participar: nuestras organizaciones de masas y sociales, los medios periodísticos, los Centros de Investigación de las Ciencias Sociales. Será vital el papel del pueblo. Comprender la importancia de las nuevas tecnologías digitales de la comunicación y la información (TIC) en este proceso. Trabajar de este modo, para alcanzar la soñada e imprescindible Democracia Socialista, en la que impere una “plena, consciente, permanente y activa participación popular”, pues es el pueblo, el único garante de la continuidad de su Revolución Socialista.
Ante la guerra ideológica-cultural que nos hacen (muchas veces invisible), con el concurso de sus “corporaciones mediáticas”, dirigida a confundir y despolitizar a los cubanos, especialmente a los jóvenes, tienen la responsabilidad de participar en una “estrategia” integral en la que intervengan todas las organizaciones políticas, de masas y sociales, las instituciones públicas (de estas, especialmente el sistema docente y el de la cultura), los medios, y el pueblo, para exaltar nuestros ideales de justicia y el amor a la patria, hacerlos atractivos para las nuevas generaciones y vencer a este oscuro desafío que ocurre en la dimensión de la conciencia y la cultura.
Tener en cuenta que en el enfrentamiento a las globales campañas de los poderosos “medios corporativos” y sus laboratorios psicológicos con su inmensa capacidad de manipulación de las mentes, en las que se nos acusa de múltiples falsedades, debemos exigirle a las administraciones públicas la real eliminación, sin más dilaciones, del pernicioso, absurdo y perseverante secretismo, y lograr que las instituciones sean rápidas en ofrecer a los medios informaciones y respuestas diáfanas y críticas, lo que contribuiría a que nuestra prensa revolucionaria sea altamente interesante, y se caracterice cada vez más por su claridad y un amplio sentido opinante, sin las omisiones que nos desacreditan.
En este crucial empeño de lucha política-ideológica, se requerirá también la cooperación de los medios para “tomar la ofensiva”, y no dejar en manos de otros la labor de guiar y conducir, el enriquecedor “debate” entre los revolucionarios que amen y defienden ciertamente al socialismo, sin temor a las discrepancias, con el declarado propósito de incitar a pensar y de «cambiar todo lo que tenga que ser cambiado» y así seguir fortaleciendo y perfeccionando de forma continua nuestro sistema social socialista, como señalara Fidel.
Otro objetivo sería terminar de instituir con la participación del pueblo el Estado de Derecho, consecuente con nuestro socialismo, en el que prime el apego y el respeto a la Constitución y a las leyes, que estas se ejerzan de manera diáfana e igual para todos, y que contribuyan a acrecentar el ordenamiento y la disciplina de la sociedad y del país. En este sentido redoblar los planes de estudio de la Constitución y de las principales leyes desde grados tempranos, constituiría un reforzamiento de los sentimientos cívicos.
No menos trascendente será el “enfrentamiento total a la corrupción” (ahora que es posible), y en disminuir y convertir, en eficiente y menos costosa, lo que es hoy la ineficaz y entorpecedora burocracia administrativa. Al igual que ocurrió en la antigua Unión Soviética, corrupción y burocratismo constituyen los peores enemigos internos de la Revolución (1). La corrupción en el capitalismo forma parte inherente del sistema, para el socialismo es como una pandemia mortal. Para tener éxito, el pueblo deberá desempeñar el decisivo papel que le corresponde.
Resguardar la lealtad, pureza y autoridad moral que poseen las FAR en el cumplimiento de su incuestionable y sagrado objetivo de defender a la Revolución y a la Patria, y en su determinante participación en la Defensa civil contra grandes catástrofes provocadas por la naturaleza. Resaltar más, a las milicias como el pueblo organizado.
Proteger al país con el Ministerio del Interior, reforzado continuamente por la permanente colaboración de la población y demás instituciones y organizaciones de masas y sociales, contra enemigos internos y externos, mantener la ganada seguridad ciudadana y luchar denodadamente por la disciplina social, evitar males mayores como el surgimiento del “crimen organizado” que aparece inexorablemente alrededor del tráfico de drogas, la prostitución, el juego de apuestas y el lavado de dinero, y velar prioritariamente por la reeducación de los ex reos, y su posterior ubicación laboral.
Dado que no contarán con el admirable e impar aval histórico y la autoridad moral y política de Fidel y de Raúl, además de las capacidades y aptitudes de dirección señaladas anteriormente, habrán de poseer “elevadas cualidades y virtudes éticas”, y hacer suyas la necesidad de continuar modelando sus conductas –como hiciera el Che–, con el objetivo de realzar su firmeza moral y predicar con el ejemplo, elementos imprescindibles para ocupar estas altas funciones. El liderazgo y la autoridad de Martí, Fidel y el Che, se centraba en los ideales, valores y principios que mostraron en vida y en los vínculos emocionales que -honradez y valentía personal por medio- establecieron con el pueblo. Asumir como paradigma las vidas de estos y otros héroes, sería la única manera viable para que puedan coronar con éxito su labor.
Podemos tratar de resumir las cualidades, virtudes humanas y concepciones que queremos de ellos:
Cultivar los valores morales y éticos como lo más preciado de un dirigente socialista. Ser modestos, vivir con austeridad y absoluta transparencia, tanto ellos como sus familiares, y oponerse a los males del nepotismo y el amiguismo. Ser resueltamente consecuentes, alejados de la doble moral, sin permitirse contradicciones entre su decir y su hacer, con la seguridad que el pueblo los evaluará en primer término por su honestidad e integridad.

Como servidores públicos, trabajar con acentuado espíritu de sacrificio, dedicación incondicional a la Revolución y a la Patria, a la que aquella defiende y sirve. Preocuparse personal y continuamente por el bienestar del pueblo. Rechazar la dañosa mentalidad de funcionario y su perenne trabajar desde sus oficinas separándose de las masas, con valoraciones e informes en muchas ocasiones ajenos a la realidad y vincularse directamente con los trabajadores, los campesinos, los vecinos en sus barrios, y los estudiantes, jerarquizando a los universitarios. Participar con ellos en sus actividades,saber escucharlos, aprender de ellos, detectar sus inquietudes y amarguras, decir siempre la verdad y usar sabiamente en la comunicación política, el convencimiento y la persuasión, como hiciera Fidel.
Ejercer el poder -que les ha sido otorgado por el pueblo soberano de manera temporal- con el debido respeto a la plena dignidad humana, como quisieron Céspedes, Martí y Fidel- evitando expresiones de autoritarismo, intolerancia o injusticia. Gobernar con firme autoridad, organización y control, exigir una rigurosa disciplina, tener esmerado espíritu autocrítico y la ineludible flexibilidad para saber rectificar, aspectos indispensables para poder gobernar en el socialismo.

Mantener nuestra acostumbrada posición de principios, invulnerable y digna ante el Imperio y sus aliados internos y externos. Optimistas y seguros, sin pecar de autoconfianza excesiva, y sin arredrarse ante los peligros que sufren todos los que se enfrentan a los poderosos, preservando la unidad (condición indispensable para la victoria), y encontrar siempre la fuerza en el pueblo, factores estos, que han sido determinantes para la continuidad de la Revolución. Ser generosos y no dejar nunca de ofrecer nuestra solidaridad a otros pueblos. Como nuestros enemigos, desde siempre, han proclamado públicamente que nunca cejarán en sus intentos de eliminar de múltiples maneras a la Revolución, sería insensato dejarse engañar por cantos de sirenas o caballos de Troya. El Che con suma clarividencia nos alertó que no se podía confiar en ellos «ni tantito así».

 Nota
(1) Aunque fueron numerosas las causas, no se puede explicar el estrepitoso derrumbe y desaparición de la URSS, si no se advierte el nocivo influjo del burocratismo y de la corrupción en la profunda desmoralización de las autoridades soviéticas, lo que consternó y decepcionó al pueblo y le impidió movilizarse para defender las conquistas alcanzadas, al tiempo que luchaba por erradicar todo aquello que a nombre del socialismo lo negaba.