martes, 29 de octubre de 2019

MÁS ALLA DEL 500 ANIVERSARIO DE LA HABANA (Parte III)

Y sobre un programa que indique cómo queremos que sea esta ciudad en el futuro y la decisiva participación popular.



El aniversario 500 de La Habana nos permite examinar disímiles aspectos de la ciudad, sin otras pretensiones que no sean las de exponer algunos criterios que puedan servir para el debate de cómo hacer una capital más bella y funcional.

Uno puede andar por la capital durante horas sufriendo directamente los rayos del sol. La Habana al perder cada vez más sus árboles, pierde también su belleza. Comunales (insensible e inmune a las críticas) en general realiza cada año podas de árboles con verdadera e insana saña. La falta de una política que promueva la arborización, una deficiente cultura ambiental, la ausencia de vigilancia y control de las autoridades ha hecho que vecinos inconscientes ante la pasividad cómplice de los que viven en sus cuadras, quemen o dañen impunemente los árboles. Comunales y vecinos siembran tanto en los nuevos parques como en las cuadras, pequeñas palmitas y arbustos que no dan sombras. Hay que seleccionar los tipos de árboles que se van a sembrar para evitar que sus raíces rompan las aceras como ha sucedido en gran parte del Vedado y Playa. Se avecina la crisis climática y la elevación de la temperatura, aumentarán los enfermos de cáncer de piel y la polución que daña la salud, por estas razones y muchas más es imprescindible arborizar poco a poco a esta ciudad y crear nuevas áreas verdes. Este empeño podría realizarse con el concurso del sistema de educación y sus estudiantes lo que contribuiría a fortalecer en ellos el amor a la naturaleza y a su ciudad, y a preservar los árboles. No debía faltar la siembra de árboles frutales en carreteras y autopistas de la provincia y también en las cercas de las granjas y fincas. 
Por las noches la belleza de las ciudades depende en gran medida de su iluminación. El iluminar soberbios inmuebles o monumentos es un arte. Existen diseñadores altamente especializados que hacen maravillasen la iluminación de ciudades. Con el desarrollo de la producción de los paneles solares y su abaratamiento se abre una nueva posibilidad de ampliar la iluminación de la capital habanera, limitada por problemas financieros. Imaginemos iluminados la entrada de la bahía y sus castillos, la Universidad de La Habana, las cinco plazas de Habana Vieja. O el faro de El Morro o la Universidad de la Habana con su Alma Mater encendiéndose cada hora para regocijo de los habaneros. Esto conllevaría la preparación de especialistas y diseñadores. El estimular que empresas estatales, cooperativas y negocios privados puedan comprar paneles solares (mejor sería producirlos en Cuba) para iluminar las fachadas de sus inmuebles contribuiría a iluminar a la ciudad.

El país, debido a la severa falta de financiamiento que padece, no ha podido garantizar el equipamiento destinado a mantener la higiene de la ciudad.  El gobierno actualmente está enfrascado en adquirir camiones que recojan la basura y contenedores para La Habana. Graves problemas internos y deficiencias han lastrado la labor de Comunales, acompañadas por las indisciplinas sociales que se muestran en personas lanzando basura y latas a las calles, y en maltratar y no tapar los tanques etc... (El tema de la higiene debía incluirse en las “Normas de convivencia social” antes señalado). Además de mejorar el equipamiento se requiere en primer término fortalecer a Comunales y exigir que cambie las formas burocráticas de trabajar, lo que se manifiesta entre otras, en colocar los nuevos tanques de basura en una cuadra sin informar previamente al delegado y a los CDR para demandarles que los cuiden; el ubicarlos sin pintarles correctamente el número de las calles a las que están asignado; en olvidarse de ellos hasta que gracias al mal trato o acciones ilegales deben ser desechados por inservibles. Para prolongar el tiempo de uso de los tanques de basura se requiere que Comunales deba poseer los medios para limpiarlos sistemáticamente, (aspecto este que nunca se ha tenido en cuenta y es determinante para su cuidado), y contar con talleres especializados para darles mantenimiento y repararlos. Algo a valorar es que las tapas de algunos de los tanques de basura producidos en el país, son tan pesadas que a veces al manipularlas tumban al depósito y por ello a veces se quedan abiertos. Además de la mala impresión que dan los tanques sucios y rotos, un simple análisis económico arrojaría que es menos costoso invertir en mantenerlos limpios y darles mantenimiento sistemáticamente para alargar su vida útil que continuar como hasta ahora. Lo de la limpieza y el mantenimiento se extiende también a los camiones de basura y la necesidad de limpiarlos sistemáticamente. Es indispensable por el creciente número de construcciones tratar de garantizar los contenedores para recoger los escombros. Otro problema a solucionar sin más dilación, es la falta de trabajadores que recojan la basura de las calles, y no olvidar la atención priorizada en todos los sentidos a los que realizan esta importante tarea (se trata de salario, ropa, calzado, meriendas, atención médica, reconocimiento social). Quizás se podría imitar (para las zonas periféricas), la manera en que ciudades del interior, recogen la basura utilizando carretones tirados por caballos.

El sistema de transporte público de La Habana es deficiente y necesita profundas modificaciones. Hay ciudades que combinan con eficacia los ómnibus, los trolebuses, el metro, los taxis. Hace poco un querido amigo me recordaba algo que existe en New York. El  metro neoyorquino es subterráneo y aéreo. Para el futuro se podría tener en cuenta esta variante mucho menos costosa. Así como reavivar o crear nuevas líneas férreas que conecten distintas áreas de la misma ciudad, y con las de Mayabeque y Artemisa lo que avivaría el desarrollo económico y social. Conocemos el propósito del gobierno de negociar el ensamblaje de ómnibus y equipos ferroviarios de empresas rusas y chinas, con el propósito de llegar a producirlos en el país. Y también, que al parecer acertadamente nos inclinamos por adquirir, ensamblar y producir en el futuro ómnibus eléctricos e híbridos (combustible y electricidad). Hace unas semanas la dirección de transporte de La Habana informó que les faltaban varias decenas de choferes para los ómnibus. Cosas como esta debían ser para cualquiera administración retos a enfrentar y solucionar lo más rápidamente posible. Desde el principio las autoridades provinciales cometieron sucesivos errores en cómo tratar el tema de los taxis ruteros. Olvidaron que son taxistas privados y no trabajadores estatales y por ello no lograron lo que se proponían. Como se ha asegurado reiteradas veces,  la tecnología sola, no es la solución de los problemas. Ejemplo de esto es el GPS. Luego de instalado este sistema por el Ministerio de Transporte, continúan manifestándose las mismas indisciplinas por parte de los choferes de equipos tanto de transporte público, como del de cargas. Es responsabilidad absoluta del Mitrans garantizar que los responsables de controlar directamente el GPS lo hagan correctamente.

Muchas calles de La Habana presentan un estado lamentable, lo que es causa de accidentes y del deterioro acelerado de los vehículos. Conocemos que se trabaja para solucionar esta situación a mediano y largo plazo con inversiones en plantas de asfalto y en la adquisición de equipamiento. En este problema han influido tanto la baja calidad y la escases de asfalto, la falta de equipos, de transportes y de combustible, pero también debido al mal trabajo que han realizado muchas  brigadas de viales y a la sustracción de recursos. Organismos internacionales de transporte han calculado que el gasto en piezas de repuesto y en combustible provocados por circular en vías en mal estado supera en tres veces los dedicados a mantenerlas en buen estado. Algo que también ha afectado gravemente el estado de muchas calles se debió, a que sucesivas autoridades de la provincia no exigieron (como debían) a las empresas del agua y el gas que sus brigadas  luego de abrir las zanjas en las vías, las taparan concienzudamente con los materiales adecuados en cantidad y calidad. Ahora de lo que se trata es de impedir de una vez por todas que este fenómeno se vuelva a repetir. No se puede permitir que ninguna empresa o un particular rompan una calle para instalar un servicio y no lo tapen con la rapidez y la calidad requerida.

Considero atinada la orientación de Díaz Canel de dedicar brigadas para que  tapen los pequeños baches, antes de que se conviertan en obstáculos casi insalvables para equipos automotores y peatones. Tal vez algunos importantes empresas y centros de trabajo puedan contribuir con esfuerzo propio a reparar con unos pocos sacos de cemento los baches que afectan la arteria en donde se encuentran ubicados. Un ejemplo a señalar es el mercado de 5ta y 42 en Playa. No se puede dejar de mencionar que cuando se asfalta una vía las brigadas dejan casi siempre hundidas las tapas del alcantarillado con lo que se crean condiciones para que sucedan accidentes. Ejemplo es el Paseo del Prado y la calle 23. 

El tema de los semáforos chinos es un mal ejemplo. Los colocamos en las calles principales y transcurridos unos pocos años ya están fuera de servicio por falta de piezas de repuesto. Tal vez esto podría tener solución si le damos la tarea a cooperativas que se especialicen en repararlos y darles mantenimiento (y quizás hasta de producirlos). La deficiente señalética y la pintura de las señales de las calles son tareas a tener en cuenta en el futuro. En cuanto a los accidentes de tránsito se podría pensar para un futuro poner cámaras de video, solo en aquellos semáforos y vías con elevadas incidencias de accidentes. No tendrían que estar funcionando siempre, pero servirían para detectar a los infractores y en advertir a los choferes. Algún día arreglaremos las calles de La Habana y en el caso de las aceras lo haremos con la colaboración de los vecinos de cada cuadra.
En la época de la colonia el baile era como una fiebre para los habaneros. En el período de la república burguesa había muchos lugares para bailar. Hace unos  años las autoridades de La Habana prometieron crear con este fin 100 centros en la ciudad. No sé la razón, pero no se pudo siquiera iniciar este proyecto. Ahora solo quedan unos pocos espacios para que los jóvenes bailen. Para suerte de los bailadores sobrevive La Tropical. Los bares y cabarés existentes son pocos y muy caros para muchos de los que quieren y necesitan bailar. Un objetivo a priorizar sería crear nuevos centros de baile en todos los municipios. Estas actividades festivas deben organizarse para el disfrute especialmente de los jóvenes trabajadores y estudiantes y no para aquellos con conductas antisociales.
Es inmenso lo que se puede hacer en el Parque Metropolitano y lo que significaría para La Habana. El río Almendares y sus hermosas riberas con su vegetación paradisiaca, el amplio (y no explotado) territorio que abarca. El gran parque situado debajo del puente del Almendares espera por un buen proyecto que lo haga brillar. Los inmuebles y unidades tanto estatales como privadas que existen al alrededor del río son una potencial base material que nos permitiría transformar esta zona por decisión estatal, en algo realmente extraordinario para la población de la capital y de los turistas. El acreditado arquitecto Mario Coyula (ya fallecido), una vez planteó estudiar la posibilidad de hacer un malecón en la ribera del río ubicada en el municipio Plaza. Es mucho lo que habría que hacer en esta zona privilegiada y única de La Habana, pero  en primer término es ineludible conseguir la higienización de las aguas del río y su dragado.
En saludo al 500 aniversario se está remozando completamente el Barrio chino. Debe quedar como una experiencia negativa que hayamos dejado que se deteriorara. Escuchamos que además de los servicios gastronómicos con la excelente comida de ese país se ampliaran las ofertas culturales. Existen muchas expresiones de la cultura china que podrían realzar a esta zona y convertirla cada vez más en una atractiva área turística, para lo que se podía pensar en continuar extendiéndola físicamente por la calle Zanja. También podríamos en base a un programa a mediano y largo plazo lograr cada vez más engrandecer los festejos que celebra el Barrio chino. Un propósito podría ser darles un carácter internacional con la ayuda de China.

El carnaval de La Habana no es atractivo para una parte de los habaneros, que lo manifiesta no participando en estos festejos. Políticas equivocadas, la participación en su organización de personas no nacidas en La Habana y por ello desconocedores de las  tradiciones de estas fiestas, los cambios arbitrarios de fechas, la perenne falta de recursos financieros y materiales y otros errores causaron  severos daños a estos festejos que constituyen un ineludible e importante evento cultural de La Habana. Es casi una vergüenza cuando comparamos nuestro carnaval con las renombradas Parrandas de Remedios o Chambas o con los del carnaval de Santiago de Cuba, el cual es un verdadero fenómeno cultural que involucra a toda la población. ¿No podemos poco a poco hacer más bellos y atractivos a nuestros carnavales? Quizás podríamos proponernos ampliar la colaboración con otras instituciones y organizaciones para lograr en un futuro celebrar los mejores carnavales de Cuba, del Caribe y Centro América y darles un amplio carácter internacional.

La ciudad necesita realmente aumentar sus ofertas de recreación y en particular para los jóvenes. Históricamente muchos han criticado que no se aprovechen las extraordinarias potencialidades de los Círculos Sociales del municipio Playa (otrora Clubes de la burguesía). Ciertamente estos centros con un área de costa y de mar privilegiados no prestan los servicios que debían a los habaneros y generalmente solo se utilizan en los dos meses del verano (playa). Hay quienes proponen convertir a los Círculos Sociales del municipio Playa, en Palacios de la Juventud, que ofrezcan recreación, conocimientos, cultura a los niños, adolescentes y jóvenes y que esto contribuya a su formación. Sin perder su condición actual de centros de mar y playa, se podría comenzar esta experiencia con uno de los actuales Círculos.

Esta tarea requeriría el concurso de diferentes administraciones. Se podrían ofertar cursos y competencias sobre: tecnologías de la informatización, cómo aprender a ser escritor; exhibiciones, presentaciones y debates de libros, de filmes, series y de obras de teatro; clases de instrumentos musicales, de canto, de baile, de artes plásticas, de actuación; cursos elementales de especialidades de cine y tv; clases y competiciones de Chef ; talleres vocacionales; concursos de conocimiento con la cooperación del Programa de TV “La neurona intranquila” etc…así como competencias deportivas y de artes marciales. Se realizarían competiciones de juegos digitales y se obsequiarían o se venderían juegos, libros, filmes, seriales, La Mochila, etc… Además, estos Palacios de la Juventud podrían celebrar los fines de semanas matinés y bailables solo para adolescentes y jóvenes estudiantes y trabajadores, previamente asociados con los carnés correspondientes (sin bebidas y con un pago módico). Se diferenciarían las matinés bailables para adolescentes los sábados y domingos de 3pm a 7pm., y los bailables para jóvenes los viernes y sábados de 8 pm a 2am. Quizás sea posible fundar un Palacio de la Juventud en cada municipio.
A los titánicos esfuerzos del Historiador de la Habana se debe el haber preservado muchos de los inmuebles del Malecón. Dada su magnitud esta tarea continúa. El traslado del puerto de La Habana para Mariel abre extraordinarias posibilidades de desarrollar a la bahía como una excepcional área para la recreación de los habaneros y del turismo extranjero. Recuerdo cuando hace unos años (para delicia de los habaneros) surcaban sus aguas dos reproducciones de naos o carabelas. Otra de las sugerencias del arquitecto Mario Coyula fue la de convertir la central termoeléctrica Otto Parellada (Tallapiedra) ubicada en el área de la bahía, en un Museo de Arte Moderno o de la ciencia y la tecnología. Sabemos que la Oficina del Historiador tiene grandes planes para el Malecón y la Bahía los que solo estarían limitados por el tema del financiamiento (1).
Paseo del Prado, también una de las zonas más hermosas y emblemáticas de Habana Vieja y de la ciudad merece inversiones para embellecerla aún más. Hace años conocí que la Oficina del Historiador de la ciudad proyectaba construir una quincena de nuevos hostales en antiguas y hermosas edificaciones existentes en el Prado, pero que faltaban los inversionistas. Igual ocurre con O Reilly, una extraordinaria vía que complementaría a la de Obispo. Hay que velar por el cuidado, limpieza y mantenimiento de sus áreas verdes y del corredor. Ya hay partes del piso del corredor del paseo del Prado que están rotas. Hay habaneros que aprecian una tendencia negativa en la calidad del servicio que prestan las maravillosas unidades de Habana Vieja.
La Habana requiere multiplicar las cooperativas y los negocios (pequeños y medianos), jerarquizando los industriales. Soy de los que consideran  que las unidades estatales habaneras de gastronomía, recreación y otras, pasen a ser cooperativas, por poseer un carácter socialista y crear riqueza social, y así liberar al Estado de una carga que palpablemente no pueden controlar. Es evidente que la mayoría de las  cooperativas no logran desempeñarse como tales ya que continúan actuando como si siguieran siendo estatales y por ello no obtienen los éxitos esperados. Es triste ver como El Potín (cooperativa) no logra relumbrar. Esto fuerza a las autoridades planear que hacer para cambiar radicalmente esta situación. Considero que en la correcta elección de los presidentes y su sistemática capacitación y el enseñarles cómo funcionan las “asambleas de socios”, están parte de las respuestas. Las cooperativas tienen una larga y en general exitosa historia desde que surgieron hace dos centurias en Europa occidental. Un ejemplo a destacar son las fábricas argentinas, cooperativizadas por sus propios trabajadores cuando sus propietarios quebraron a causa de la crisis hace ya una quincena de años.
Aunque las estadísticas demuestren la bajísima asistencia de la población a las funciones de los cines, ha sido un grave error dejar que muchas salas se deterioraran para luego cerrarlas o cederlas a otras instituciones, como si La Habana tuviera muchos espacios de recreación. Aunque es un fenómeno universal por la llegada de las Tics, en otros países han estimulado la creatividad y las salas de cine (aunque en menor número) siguen prestando servicios. Considero que han incidido otros factores como el absurdo de que la TV proyecte el filme de estreno unos días antes de que se exponga en los cines, o la falta de climatización y las malas condiciones de las butacas y salas, o lo poco atrayente de muchas  películas que se ofertan (un ejemplo positivo fue Inocencia que llenó los cines), o la poca promoción que se les hace a los filmes. Cuando hace años salía un grupo de jóvenes del pre o de la universidad era una costumbre entrar en el Yara o en el Riviera aunque la película ya hubiera empezado. No sabemos quién decidió que debíamos  ser “cinéfilos a la europea” y que solo se podía entrar minutos antes de que se iniciara la proyección del filme. Las salas que se recuperen podrían indistintamente ofertar películas, obras de teatro, espectáculos musicales o humorísticos. Por otra parte debe tenerse en cuenta que son los adultos y específicamente los de la tercera edad, los que prefieren el cine y debido a la escases de transporte a veces les es imposible trasladarse al Proyecto de la calle 23. En otro sentido no sé la razón por la que no existe en La Habana un teatro musical. Tenemos el Fausto situado en el Prado o Actualidades, ambos en zona turística, o los teatros América o Martí. Acabo de conocer que el presidente Díaz Canel ha orientado salvar a los cines de La Habana. Muchos habaneros agradecerán el volver a las salas de los  cines Ambassador, Arenal, Fausto, Actualidades y otros.

Entre los deseos de muchos habaneros se encuentran: devolverle su pompa a La Rampa y rescatar sus bellos mosaicos; impedir las inundaciones en el malecón de La Habana; contar con un buen servicio de pequeños trenes que enlace a la ciudad con El Lenin, el Parque Botánico y el Zoológico Nacional; la reconstrucción de la tienda Fin de siglo y del teatro Amadeo Roldán;  que una estatua de Carlos Manuel de Céspedes presida la calle G (Avenida de los Presidentes); soterrar los cables de la electricidad y el teléfono; que afamados artistas continúen haciendo esculturas de personajes destacados de la ciudad (impresionan gratamente las del Caballero de Paris, Hemingway, Antonio Gades), y construir también vistosos conjuntos escultóricos con fuentes de agua. Tener en cuenta que los modernos sistemas permiten reciclar el mismo liquido mucho tiempo (2); que el castillo de El Príncipe preste servicios a la población; extender los “Aires libres”; evitar las incipientes muestras de mendicidad en algunas calles de la ciudad; embellecer las tiendas que están destinados a comerciar y evitar que se saquen los productos para la venta fuera de los locales o en las ferias “campestres” en las calles; que las autoridades (de acuerdo a la situación económica) se esmeren y con mayor  creatividad  para multiplicar y agrandar los festejos de fines  de año (desde el día 24 hasta la celebración del último día del año el 31 de diciembre y el 1ero de enero, por el triunfo de la Revolución).

Muchos habaneros (especialmente los que las conocieron) sueñan con reanimar las calles, esquinas, restaurantes, bares y clubes célebres en el pasado (sería muy positivo hacer un censo y en la medida en que se puedan acometer, someter a concurso público los proyectos de cómo revivirlos). Ejemplo negativo a tener en cuenta: la maravillosa calle 23 decae por las noches (incluida La Rampa). A diferencia de los establecimientos privados, los estatales cierran en horas tempranas. Los portales del cine Yara en ocasiones están llenos de papeles y envolturas de confituras; La Pelota (23 y 12) languidece convertida en un café de medio pelo y es de las que no trabajan después de las  9 pm; en Cinecitta, los clientes durante el día largas colas bajo el tórrido sol antes de entrar; enfrente, el establecimiento que lleva el nombre de 23 y 12  no aporta nada al entorno y hasta lo afea. En la cuadra de 12 entre 23 y 25 (de manera absurda no dejan parquear allí) frente a boutiques y al lado de un mercado se encuentran portales que por su deterioro dan pena; el ten cent de 23 y 12 se ha convertido en una gran y a veces mal oliente bodega con vidrieras que dan una pésima impresión (3). Esta célebre esquina (ahora abatida y empobrecida), al igual que otras, debía tener un destino diferente.
Muchas grandes tiendas (Galerías Paseo en Plaza y 1era y 70  en Playa entre otras) tienen los pisos rotos por el pésimo manejo de las carretillas que internamente se utilizan para trasladar las mercancías;  la suciedad y la falta de higiene imperan como en el de 1era y 70 antes señalado. En muchos de estos establecimientos sucede que en las afueras de sus locales, vendedores ilícitos ofrecen con descaro, las mercancías que ya no existen en las tiendas. Y todo esto sucede ante los impávidos ojos o la complicidad de los gerentes y jefes de pisos de los establecimientos y de las cadenas.  
 Un mal ejemplo lo constituye el Agro de 42 y 19 en Playa. Sucio, desordenado,  a veces con mal trato a los clientes y vendedores en sus exteriores que ofertan lo mismo huevos que camarones, que etc…  Otro que debe mejorar su presencia es el del Ejército Juvenil del Trabajo de 17 y K, cuyo corredor central es un desastre y cuando llueve los clientes se enfangan. El asunto de los horarios es un tema a analizar. ¿Cómo es posible que agros importantes como el de 17 y K cierren a las 3 de la tarde (incluyendo los sábados? Esto hace que los trabajadores tengan que comprar en horarios de labor.    

Son cientos de miles los habitantes de la ciudad que tienen más de 60 años y casi no existen urinarios en la ciudad. Es imperioso evitar lo que no se corresponde con nuestra cultura y educación. Se deben crear nuevos urinarios en toda la ciudad y orientar a los centros gastronómicos estatales y privados que deben prestar este servicio. Por cierto muchos de los baños de los centros de trabajo, incluidos los de policlínicos y hospitales dan pena.

Estoy seguro que con el concurso de todos lograremos La Habana que todos queremos.

Nota:
(1) El divulgar estos planes y someterlos a concurso compulsaría a los habaneros a sentirlos como suyos y a participar en ellos.
(2) Muchos habaneros consideran que la Fuente de La juventud, situada en el Malecón frente  al hotel Riviera, por el lugar que ocupa debía haber sido más deslumbrante.
(3)En el bulevar de Enramadas en  Santiago de Cuba los establecimientos, pese a las escaseces, muestran vidrieras adornadas.